lunes, 2 de diciembre de 2013

Creencias del Imperio Azteca

Según la leyenda de los cinco soles, la humanidad no fue creada una sola vez. Los dioses experimentaron varias ocasiones para dar vida a diversas humanidades encabezadas por un sol, representante de la propia divinidad creadora, que por diferentes motivos, fueron deshechas.
El primero en intentar crear vida en la tierra fue Tezcatlipoca, el sol tigre, quien dio vida a unos gigantes. Su comportamiento enojó tanto a Tezcatlipoca, que se los comió transformado en tigre.
Quetzalcóatl, el sol viento, decidió repoblar el mundo. Colmado del mal agradecimiento de su creación, envió una gran tormenta que acabó con casi todas esas criaturas. Los que salvaron quedaron convertidos en monos.
Tlátoc, el sol de la lluvia, volvió a intentar la creación, pero nuevamente los hombres se condujeron de mala manera. Una lluvia de fuego los consumió. Quedaron algunos vivos pero se quedaron en el mundo como pájaros.
 Chalchiuhtlicue, el sol del agua, creó la cuarta humanidad. Pero un diluvio los convirtió en peces. Sólo una pareja, que estaba en un enorme árbol, escapó de la condena, pero Tezcatlipoca los transformó en perros.
Quetzalcóatl fue el último creador. Bajó al mundo de las tinieblas, el mictlán, para tomar algunos huesos de los antiguos muertos. La mujer serpiente, Cihuacóatl, los molió y las otras deidades aportaron su sangre para crear una masa con la que tomó forma del cuerpo humano. Esto ocurrió en Teotihuacán, la inmensa ciudad que en la época azteca se encontraba en ruina. Allí, también, dos dioses se sacrificaron (se lanzaron al fuego) para dar vida al sol y a la luna. Los demás dioses tuvieron que darles sangre para que se movieran. Así, de este sacrificio de los dioses se forjó la humanidad náhuatl, de la cual los aztecas eran sus últimos representantes. A ella Quetzalcóatl le regaló el maíz y le enseñó las artes que les permitieron vivir de un modo completamente distinto al de sus antecesores. Tezcatlipoca, por su parte les entregó el fuego.
Los aztecas fueron agradecidos. Constantemente realizaban sacrificio de sus víctimas (y no solo de sus victimas) a los dioses con el objeto de revitalizarlos en la permanente lucha entre la luz y las tinieblas. La sangre empleada en la creación volvía, así, hacia los creadores. Los sacrificios cumplían, además, otra importante función: dotar de carne a una población que no disponía de suficientes proteínas animales. Los cronistas afirman que el cadáver del sacrificado era entregado a la familia del guerrero que lo había apresado.

El nacimiento y destrucción de sucesivas humanidades forjó entre los aztecas un sentido cíclico de la historia, creyendo que los acontecimientos volvían a repetirse transcurrido un determinado lapso. Ello se refleja muy bien en las vacilantes actitudes de Moctezuma II, el monarca que vivía asustado ante la posibilidad de que el sol de la quinta humanidad estuviese llegando a su fin, como parecía anunciarlo la serie de catástrofes recaídas sobre Tenochtitlán poco antes del desembarco hispano en Veracruz.

Web grafía:
Imágenes:
Información:




No hay comentarios:

Publicar un comentario